miércoles, 18 de mayo de 2011

La tierra, las manos, las herramientas.





Muchos llegamos tímidamente a este campito abierto. Con la curiosidad tímida pero con la certeza de lo que ya se había logrado: dejar atrás un espacio lleno de malezas y descuidado, para comenzar a levantar vida. Desde la tierra labrada, pasando las conversaciones y risas instaladas por un par de horas, hasta la marea de proyectos y de ideas para concretar que se nos viene el sueñio como una gran globo al viento. Hay tantas ganas, en las caras, en la paciencia de algunos, y en la exaltación de otros, hay mucho. Y nos necesitamos como el espacio nos necesita a nosotros para pensar y decir tantas cosas, y para construir tantas otras. Si los pájaros que habitualmente curvan el cielo por ahí nos hablaran, ¿qué se preguntarían? Mientras tanto, esos pajaros que se posan en la fuentecita puesta en medio del espacio abierto alguna pista nos dan.